Amortiguador, el héroe silencioso de Goldratt
¿Sabías que una pequeña reserva puede salvar toda tu producción? Descubre cómo el amortiguador, ese héroe silencioso de la Teoría de Restricciones de Goldratt, protege tu sistema y mejora la entrega. ¡Ideal para entornos de alta personalización y demanda cambiante!
Yoel Gutierrez Olano
8/2/20254 min read


¿Qué pasaría si una pequeña falla detuviera toda tu línea de producción? ¿Puede una simple reserva de inventario marcar la diferencia entre cumplir o no con tus entregas?
En el mundo de la gestión de operaciones, pocas ideas han sido tan transformadoras como la Teoría de Restricciones de Eliyahu M. Goldratt. Esta teoría parte de una premisa simple, pero poderosa: todo sistema tiene al menos una restricción que limita su rendimiento global.
Para gestionar una restricción, Goldratt propuso una trilogía conceptual que cambió la forma de entender los procesos productivos:
Tambor: Marca el ritmo del sistema, representa la restricción o cuello de botella.
Cuerda: Sincroniza los procesos para que todo el sistema se ajuste al ritmo del tambor.
Amortiguador: Protege el tambor de las interrupciones, asegurando que nunca se quede sin operar.
Esta metáfora, inspirada en un desfile militar, ayuda a visualizar cómo debe fluir la producción: con ritmo, coordinación y protección.
¿Qué es el amortiguador?
Un amortiguador es un recurso que absorbe las variaciones del sistema, para mantener su continuidad. No elimina los problemas, pero sí mitiga su impacto. Es como la suspensión de un auto: no evita los baches, pero evita que los pasajeros lo sufran.
En términos operativos, el amortiguador actúa como una reserva estratégica que garantiza que la restricción (el tambor) nunca se detenga, incluso si hay fallos o retrasos en los procesos anteriores.
Los amortiguadores pueden adoptar distintas formas, según el tipo de protección que se necesite:
Amortiguador de inventario: Es una cantidad de materias primas o producción en proceso, ubicada antes de la restricción. Si hay una interrupción corriente arriba, el tambor sigue funcionando gracias a esta reserva.
Amortiguador de tiempo: Se programa una cola de trabajo con antelación a la llegada de la restricción. Así, aunque haya retrasos, el tambor tiene tareas listas para procesar.
Amortiguador de capacidad: Se diseña capacidad ociosa (equipos o personal) que puede activarse ante picos de demanda o fallos en el sistema.
Un sistema optimizado suele requerir una combinación de estos tres tipos de amortiguador.
¿Y si la restricción está fuera del sistema?
A veces, la restricción no está dentro del proceso productivo, sino fuera, en el mercado. Esto suele ocurrir en la presencia de estacionalidad o de una demanda impredecible.
En estos casos, el amortiguador se coloca al final del sistema, en forma de producto terminado listo para satisfacer picos de demanda. Esto es especialmente útil en empresas que fabrican múltiples productos con el mismo equipamiento, como sucede en la personalización en masa, ya que pueden ajustar su producción según la duración y demanda de cada uno.
Goldratt prestó especial atención a estas restricciones externas que, aunque complejas, no son imposibles de gestionar.


¿Cuáles son las aplicaciones prácticas?
Aunque Goldratt fue el que formalizó el concepto, ya existían soluciones similares. El mejor ejemplo es el Kanban del Sistema de Producción Toyota. El Kanban regula la cantidad de producto en proceso entre dos operaciones, asignando una cantidad fija de tarjetas entre procesos. Ajustar la cantidad de Kanban entre dos procesos equivale a crear un amortiguador, o incluso incrementarlo o reducirlo.
Incluso en empresas que no aplican la Teoría de las Restricciones se utilizan amortiguadores, especialmente en entornos de personalización en masa, donde los productos cambian con rapidez y frecuencia.
¿Tiene beneficios el uso de amortiguadores?
Si bien los amortiguadores no son una solución mágica, ofrecen ventajas significativas:
Flujo continuo y nivelado en el sistema, incluso ante la presencia de interrupciones.
Mejora de los tiempos de entrega al garantizar una operatividad máxima de la restricción.
Mayor resiliencia del sistema, al evitar que una falla menor detenga todo el proceso.
Estabilidad de indicadores de eficiencia y eficacia al garantizar la operatividad de la restricción. Se debe recordar que es la restricción la que define las salidas del sistema.
Mejora la coordinación entre procesos, optimizando los ciclos de producción.
En resumen, el amortiguador permite que el sistema funcione con menos sobresaltos y mayor estabilidad.
Desafíos y consideraciones:
Implementar amortiguadores no es una tarea simple; requiere de liderazgo y de una mentalidad abierta al cambio, principalmente entre los responsables de la implementación.
Los siguientes aspectos deben ser tomados en consideración antes de comenzar el proceso:
¿Cuál es el tamaño adecuado del amortiguador? Un amortiguador muy grande genera desperdicios, uno muy pequeño no servirá de mucho.
¿Estás dispuesto a asumir el costo de un amortiguador que quizás nunca uses? Hasta que llegue el momento de demostrar su valía, el amortiguador puede parecer solo inventario ocioso o exceso de producción en proceso.
¿Todos en la organización comprenden y aceptan la implementación del amortiguador? Requiere de una comunicación clara y de un liderazgo efectivo para que todos los implicados entiendan la importancia del amortiguador.
¿Puede haber un mal uso? Si el sistema, y sus procesos, se relajan al ver que hay reserva, se pierde toda la eficiencia planificada.
La recomendación es simple, configurar el amortiguador estimando el peor escenario posible, ajustando posteriormente de acuerdo con el desempeño real del sistema.
¿Y después del amortiguador qué?
La implementación del amortiguador, contrario a lo que parece, puede ser una solución temporal si el sistema logra crear las condiciones para incrementar la capacidad del proceso, o de la restricción.
El amortiguador es mucho más que una reserva: es una estrategia de gestión que permite a los sistemas navegar la incertidumbre con estabilidad. Su implementación exige análisis, liderazgo y compromiso, pero los beneficios – flujo continuo, entregas confiables y mayor resiliencia – bien valen el esfuerzo.
¿Vale la pena implementar un amortiguador? Si buscas estabilidad, la respuesta es un rotundo sí.
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